¡Que me detengan!

¡Que me detengan!

Sí uso las “Pseudoterapias”

Me declaro culpable de utilizar en mi día a día como médico psiquiatra varias de las terapias declaradas por la Organización Médica Colegial como Pseudoterapias: EMDR, Mindfulness, Hipnosis y  Terapia Focalizada en la Emociones y Terapia Gestalt.

Como les decía, soy  médico psiquiatra.  Terminé mi licenciatura en el 91; en el 92 comencé la especialidad de Psiquiatría. Aprendí a diagnosticar, a realizar una buena entrevista clínica, a sintonizar con el paciente, a entender sus síntomas en el contexto de su historia personal y su contexto actual, a utilizar los Psicofármacos…

Ya por entonces, veía la necesidad de formarme en diferentes terapias. Necesitaba de más recursos para poder llegar a entender y ayudar a mis pacientes, porque ya veía y experimentaba en mi práctica clínica que lo que estaba aprendiendo no era suficiente.

Comencé en aquella época a formarme en Terapia Sistémica -ésta, al parecer, no está proscrita- y Psicodrama, de la Escuela de Moreno -ésta ya es más dudosa-. Una me mostró la importancia del síntoma en el sistema familiar, cómo se repercutían mutuamente y cómo sin tratar el sistema, sin conocerlo, el síntoma no desaparece. La otra, me mostró la importancia de centrarse en el aquí y ahora, cómo el pasado se escenifica en el presente…

Finalizada la formación MIR, comencé a ejercer como psiquiatra. Primero en la sanidad pública. Allí, la falta de tiempo te impedía realizar, siempre desde mi humilde punto de vista -basado en la experiencia, que no en la evidencia-, una buena praxis -a veces veía 30 pacientes en una jornada de mañana-. Te centrabas en el síntoma y lo paliabas con un fármaco. Era la psiquiatra ideal desde el punto de vista de los gestores públicos así como de los laboratorios médicos; los cuales en la actualidad, y desde hace años, prácticamente no me visitan. Como resultado, los pacientes se sentían enfermos y dependientes de un fármaco. Aunque también es justo decirlo, agradecidos del trato amable de la psiquiatra.

Una parte no desdeñable de mi trabajo consistía en psicoeducar: se trataba de que no se sintieran culpables de su dependencia, de calmar sus conciencias. La Psicoeducación es un recurso terapéutico que vale para todo, para lo bueno y también para lo malo: “es usted un enfermo, su cerebro no produce suficiente serotonina, este fármaco es como la insulina para el diabético, no puede dejar de tomarlo, si lo deja volverá a recaer…”

Soy culpable de psicoeducar. ¡Perdón! no está incluida esta fórmula como una pseudoterapia. ¡Esta es de las buenas!

Yo también he sido buena, no he transgredido, me he comportado como una psiquiatra biologicista y científica. He hecho lo correcto, eso a lo que, parece ser, debemos dedicarnos en exclusiva: diagnosticar enfermedades (por cierto, como dato curioso, cada vez aumenta más el número de enfermedades recogidas en el manual DSM), convencer a los pacientes de que son enfermos y psicoeducarles para que de ningún modo se les ocurra dejar el fármaco… Son sobre todo, psicóticos, depresivos, bipolares, TOC… Lo importante para el psiquiatra biologicista y científico es que no se desenfoque, el foco son las enfermedades, no las personas.

¿De eso se trata?  ¿De mantener un pool de enfermos que tengan que tomar cada vez más fármacos, que eviten a los pseudoterapeutas y las pseudoterapias?

Que nuestros enfermos -y enfermas, por ser políticamente correcta-, eviten todas aquellas terapias que les tratan como personas con problemas, pero también con recursos, capaces de entender el origen de sus enfermedades y de mejorar en su funcionamiento global, incluso, en muchos casos, sin medicación.

Las enfermedades mentales son constructos a los que se ha llegado por consenso de un grupo de expertos, que han decidido denominar a un conjunto de síntomas, enfermedad “X”

Y, lo más preocupante, se trata, señores, de comenzar a medicar ya desde la infancia, porque la evidencia científica nos convence del origen biológico y genético de las enfermedades mentales. Señores, las enfermedades mentales son constructos a los que se ha llegado por consenso de un grupo de expertos, que han decidido denominar a un conjunto de síntomas, enfermedad “X”. Todavía no se ha descubierto ningún gen causante de ninguna enfermedad mental. La etiología de las enfermedades mentales es “bio-psico-social”. Y en los niños lo fundamental es el contexto en el que se desarrollan. Es ahí donde primero hay que intervenir. Un contexto dañino produce alteraciones en el neurodesarrollo. Revertir ese daño va mucho más allá de dar un fármaco y hacer modificación de conducta. Y alguna de esas pseudoterapias que quieren criminalizar son herramientas fundamentales para el proceso de sanación.

Bien, siguiendo con mi historia, y espero no aburrir, con el tiempo, decidí como mejor opción para poder conciliar vida familiar y laboral, dedicarme en exclusiva a la sanidad privada. Señores, no quería hacerme rica, quería atender mejor a mis pacientes, darles soluciones… Así que, en lugar de ver 25-30 pacientes en una mañana, veía 4-5, como mucho, y les dedicaría 1 hora, cuando no hora y media.

Por otro lado, lejos de acomodarme y como “soy un culo inquieto”, es decir: no me conformo y soy muy, muy curiosa, decidí seguir estudiando y formándome.

Podía haberme conformado con lo que sabía o con lo que me aportaba la psiquiatría científica vs laboratorios vs congresos pagados por los laboratorios. ¡Qué tonta debo ser! ¿Poco inteligente? Tal vez. De haber seguido por ese camino liso y llano, nada costoso por cierto -pues los laboratorios subvencionarían TODA mi “formación científica”-, habría viajado un montón, conocería mundo, me relacionaría con otros profesionales seguidores de la psiquiatría “científica”, tal vez sería una conferenciante reconocida experta en TDAH (por decir algo)… Pero ¡NO!

Decidí tomar el camino tortuoso y bastante costoso, tanto en dedicación, tiempo, estudio y dinero -no hay laboratorios que costeen esta formación “pseudocientífica”-, de la formación en distintas psicoterapias, así como en los nuevos paradigmas que explican las enfermedades mentales: Apego, Trauma y Disociación.

Por cierto señores, estos más de quince años de formación continuada, con el coste elevado que supone a todos los niveles, no son solo consecuencia de mi curiosidad, sino también y, sobre todo, son consecuencia de mi interés no científico de lograr un mayor bienestar y mejor calidad de vida para mis pacientes.

Los pacientes mejoran con las Pseudoterapias

Y es que, mal que le pese a muchos detractores de la “Medicina y la Terapia basada en la Experiencia, que no en la evidencia”, los pacientes mejoran, y mucho, con muchas de esas Pseudoterapias que ustedes pretenden penalizar e incluso criminalizar.

Le diré desde mi experiencia clínica que cuando ejercía de psiquiatra biológico y científico mis pacientes no mejoraban tanto y además terminaban, en un porcentaje elevado, siendo crónicos y con una vida muy limitada por la enfermedad mental que les diagnosticábamos.

Apenas derivaba pacientes a hacer Psicoterapia, porque no confiaba en la Psicoterapia científica- básicamente la TCC: Terapia Cognitivo-Conductual.

No confiaba porque ni los mismos que la practicaban veían resultados y mandaban de vuelta a los pacientes para que los psiquiatras los medicásemos más, porque ¡tal y como estaban, era imposible trabajar con ellos! Por cierto, una gran mayoría de los psicólogos, otrora seguidores de la científica Terapia Cognitivo-Conductural que viven de su trabajo, no dejan de formarse en otras disciplinas, muchas de ellas hoy calificadas de pseudoterapias, y dudo mucho que quieran volver a ser psicólogos científicos.

La Terapia Cognitivo-Conductual es -siempre desde mi humilde opinión, basada en la experiencia clínica, que no en la evidencia-, una terapia para sanos. Insisto, para que ningún científico se moleste, desde mi humilde experiencia. Opino que funciona cuando el paciente es capaz de llegar a un punto de estabilización emocional que le permita a su cerebro pensar y decidir. O sea, cuando el paciente ya tiene más del 50% de mejoría. Claro que si lo asocias con una cantidad suficiente de medicación, tal vez consigas algo. Pero quizás para entonces, ya no necesite Psicoterapia, pero necesitará, en un porcentaje elevado de casos, de la medicación para mucho tiempo, si no es para toda la vida. Objetivo conseguido: ¡la cronificación!

Con mi conocimiento y aplicación de varias de las pseudoterapias ahora proscritas y criminalizadas, resulta que mi visión y opinión sobre la Psicoterapia cambió radicalmente. Tanto, que yo misma me he formado en varias de ellas y mi práctica se centra en un 70-80% en tratar a mis pacientes con ellas, con unos resultados más que satisfactorios en relación a lo obtenido con la práctica de la Psiquiatría biológica y las Psicoterapias basadas en la evidencia.

Uso los fármacos, naturalmente, pero de una forma racional, y en algunos casos con dosis homeopáticas,  en relación a lo recomendado por los estudios científicos, subvencionados por los laboratorios. Tanto es así que más de uno se pregunta cómo es posible que estén estabilizados con tan poca dosis, y que puedan hacer una vida normal -siempre habrá casos donde la mejoría lleva más tiempo del deseable por todos, e incluso casos tan cronificados que hacen muy difícil la recuperación-.

En fin, señores de la Organización Médica Colegial:  ¡manden que me detengan! Pues, sinceramente, no voy a dejar de hacer mi trabajo tal y como yo siento que debo de realizarlo. Y no voy a dejar de hacerlo para seguir las pautas que mandan los científicos y pseudo-científicos subvencionados por la industria farmacéutica y otros estamentos.

Mercedes Fernández Valencia

Psiquiatra y Psicoterapeuta 

MIMAPA – Centro de Psiquiatría y Psicología 

4 Comentarios
  1. Muy acertada tu opción, creo en el poder de la mente, creo en el caos y en el equilibrio.
    La mente, con sus pensamientos y emociones, la consciencia y el poder de la atención, hacen de un lugar poco descubierto pero muy poderoso. Lo que nos falta es conocer-nos, mirar más hacia adentro para entendernos y desde ahí gestionarnos o mejorarnos.
    Lo creo porque lo he vivido, en mi y en otros.
    Saludos

  2. Te felicito Mercedes por tu valiente y acertado post. Yo también soy médico-psicoterapeuta como tú aunque no psiquiatra. En mis más de 30 años de experiencia como psicoterapeuta humanista he acompañado a infinidad de pacientes que ahora puedes, la mayoría de ellos llevar las riendas de su vida de una forma plena sin medicación. Estoy de acuerdo en lo que planteas y en que es un sinsentido esto que algunas asociaciones más que probablemente financiadas por la industria farmacéutica, se arroguen el derecho de “defender a los pacientes” de metodologías terapéuticas que ellos mismos han elegido libremente , prohibiéndolas.
    Todavía me queda un poquito de esperanza en que al final se imponga el sentido común en este tema y dejen de “salvar” a las personas de sus libres elecciones.

  3. Soy enfermero y utilizó algunas de las pseudoterapias que la OMC persigue, pues en mi profesión son intervenciones enferneras. Que me detengan a mi también!

  4. Estimada colega de profesión y pecados:

    Digo de profesión(es) y pecados porqué tengo, diría, un recorrido similar al tuyo; es decir, también estudié Psiquiatría, hice Medicina para poder hacer Psiquiatría e hice Psiquiatría para llegar a ser un competente Terapeuta. ¿Cual fue mi sorpresa? Me enteré que si quería hacer eso tendía que marchar a Barcelona o Madirid. En esos sitios podría haber estudiado psicoanlisis que es otra pseudoterapia dado que para lo que sirve es para el autoconocimiento. En el servicio de Psiquiatría no había nada en cuanto a programas de terapias, ni TCC. Hubo suerte y arranqué con Analisis Transaccional de Eric Beren, renegado de la internacional del psicoanalisis, je, ¿cuantos habéis trabajado con pseudoterapeutas renegados? Esto es un grado.
    Y después ya empecé a transitar el duro camino del pecado. Unas cuantas pseudoterapias que hicieron felices y los hacen aún a bastantes pacientes, pero claro, vivir en el pecado no te deja dormir bien, a gusto, pero me queda el consuelo de un clonacepan 2mgs.
    Bromas aparte Mercedes, te felicito por tus honestas palabras, te sigo al pie de la letra y comparto tus puntos de vista.
    Un cordialísmo saludo
    Olaf Holm
    Madrid

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