Educar desde el cuidado, no desde el miedo

Educar desde el cuidado, no desde el miedo

Estamos comenzando un nuevo curso. La sociedad, los padres, los profesores tenemos una gran labor en nuestras manos: educar y cuidar de los pequeños, para crear futuros adultos sanos, fuertes, capaces de afrontar las dificultades y también capaces de disfrutar desde el respeto al otro y al mundo en general.

Cuidar y educar

Solo en entornos de cuidado, donde el niño se sienta seguro, es posible el aprendizaje. Cuidar significa atender las necesidades del niño, ser capaces de ver qué hay debajo de la conducta. Ayudarle a expresar con palabras lo que trata de expresar con su conducta. Si se siente visto, entendido y reconocido, se va a sentir más seguro y esa seguridad le permitirá estar más receptivo.

Atender sus necesidades es también poner límites, no desde la imposición, sino desde el respeto y tratando de no romper nunca el diálogo con el niño. No se trata de imponer nuestra autoridad. Se trata de ganarla. Y el ingrediente básico para conseguirlo es el respeto.

Atender sus necesidades no significa estar disponible al 100%. Va a haber muchos momentos de ruptura en la relación con cada uno de ellos, y es importante que así sea, pues es una oportunidad muy grande para aprender a tolerar la frustración de no ser atendidos de forma inmediata, y también es una oportunidad para comprender que no somos exclusivos, que hay otros que también tienen necesidades.

Atender sus necesidades no significa no poder equivocarse. No somos perfectos. Y es bueno no serlo. Es una gran oportunidad para reparar y ellos también aprenderán a hacerlo cada vez que cometan errores, sin que ello conlleve una merma de su autoestima.

Si somos capaces de disfrutar más en las relaciones con nuestros hijos, con nuestros alumnos…incluso en los momentos más difíciles, entonces contribuiremos a crear en ellos una imagen más positiva de sí mismos, de personas queribles y capaces.

Un buen padre no impone la autoridad. A un buen padre, los hijos le reconocen su autoridad. El logro de la misma es a través del respeto. Respeta a tus hijos como te gustaría ser respetado.

Lo mismo podemos decir en el caso de los maestros, ahora que comienza el nuevo curso. Un buen maestro no impone la autoridad. A un buen maestro le reconocen su autoridad. El logro de la misma es a través del respeto. Respeta a tus alumnos como te gustaría ser respetado

Ser buen padre no significa ser perfecto. Ser buen padre es saberse imperfecto. Saber reconocer los errores y repararlos. No temamos pedir perdón a nuestros hijos. Ellos aprenden con nuestro ejemplo, no con nuestras enseñanzas.

Los mismo para los maestros. Ser buen padre no significa sufrir por nuestros hijos. Ser buen padre es disfrutar con nuestros hijos. Incluso en los peores momentos. De ese modo les ayudaremos a afrontar los problemas y a sentirse válidos.

 

Dra. Mercedes Fernández Valencia

Psiquiatra y Psicoterapeuta 

 MIMAPA  – Centro de Psiquiatría y Psicología

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