Trauma infantil: precursor de enfermedades crónicas
En su libro El drama del niño dotado, Alice Miller nos dejó esta frase: “La experiencia nos enseña que, en la lucha contra las enfermedades psíquicas, únicamente disponemos, a la larga, de una sola arma: encontrar emocionalmente la verdad de la historia única y singular de nuestra infancia”.
La idea de que las experiencias durante la infancia puedan suponer un efecto poderoso con consecuencias en el futuro puede parecer una idea familiar. Muchos profesionales de la salud mental suscribirían tal supuesto. Aunque a decir verdad, no todos.
Bessel van der Kolk, uno de los pioneros en el modelo trauma-informado, presentó a la APA, en 2011, la inclusión en el DSM-V del trastorno traumático del desarrollo que permite englobar la abigarrada sintomatología que presentan los niños que han sufrido maltrato múltiple en la infancia, y la APA le contestó, repito, en 2011: “la idea de que las experiencias infantiles adversas provocan alteraciones en el desarrollo es una intuición clínica más que un hecho basado en la investigación. Que se sepa no existe evidencia de alteraciones del desarrollo que haya sido precedidas por cualquier tipo de síndrome traumático”. Pues eso, no todos.
Pero ya no se trata de intuiciones de clínicos con experiencia.
Anda y Felitti publican el primer artículo epidemiológico de la serie del ya muy conocido Study ACE sobre experiencias adversas en la infancia en …1998!!!
El estudio inicial, tanto prospectivo como retrospectivo, se hizo con 17.421 participantes, todos ellos de clase media, de una Mutua y el CDC de los USA. El estudio evaluó 10 condiciones adversas, a saber: Abuso físico, Abuso sexual, Abuso emocional, Negligencia física, Negligencia emocional, Madre tratada violentamente, Abuso de sustancias en el hogar, Enfermedad mental en el hogar, separación de los padres o divorcio y Miembro del hogar encarcelado.
El Study ACE ha sido replicado en muchos estados de USA y en varios países y sus conclusiones son demoledoras sobre el tema que nos ocupa:
- Hay un vínculo directo entre el trauma infantil y la aparición de enfermedades crónicas, tanto físicas como mentales, en la vida adulta.
- Al menos dos tercios de la población habían experimentado uno o más acontecimientos adversos en su infancia
- Las experiencias vitales traumáticas durante la infancia y la adolescencia son mucho más comunes de lo que cabría esperar.
- Descubrieron que las experiencias adversas están interrelacionadas aunque suelen estudiarse por separado.
La conclusión definitiva es que habían dado con un problema de salud pública, el más grave y el más caro de Estados Unidos: el abuso infantil.
De manera que toda esta acumulación de datos generada alrededor del Study ACE y de lo que se ha dado en llamar Modelo Trauma-informado nos está dando información consistente sobre la frecuencia del maltrato y sobre lo que le ocurre a un cerebro en desarrollo cuando se le somete a estrés.
Amor en la infancia: más que una necesidad
Lo que el Study ACE nos ha dado es la vinculación biológica entre los eventos adversos en la infancia y la psicopatología del adulto. Y todo esto encaja mejor si se entiende que la necesidad de cuidados y amor en la infancia es una necesidad biológica de primer orden.
Viene a mi memoria la frase que escuché a John Read, un prestigioso psicólogo experto en psicosis traumáticas, que mencionaba un refrán aborigen neozelandés: “En la vida a veces pasan cosas malas, y a veces, esas cosas malas nos vuelven locos”; y eso es todo, terminaba diciendo. Y probablemente eso sea todo.
Bibliografía
- Anda y Felitti, 1998: Relación del abuso infantil y la disfunción doméstica con muchas de las principales causas de muerte en adultos. Estudio de Experiencias Adversas en la Infancia (ACE)
- Bessel van der Kolk: El cuerpo lleva la cuenta. Ed. Eleftheria, 2015
José Antonio Barbado Alonso
Psiquiatra y Psicoterapeuta