La muerte: un hecho inevitable

La muerte: un hecho inevitable

Hablemos más de la muerte

Existen dos momentos cruciales en nuestra vida que podemos ver como un paréntesis: el momento en que nacemos, día anhelado, y el momento de nuestra muerte, día temido. Son los únicos días de nuestra vida que no duran 24 horas. Lo que está dentro del paréntesis se llama vida.

Nacimiento y muerte se han ido distanciando progresivamente de las personas, dejándose en manos de profesionales, alejándose de los hogares y sucediendo en los hospitales. De este modo, la muerte ha pasado a ser un tema desconocido y demasiado abrumador. También lo es el trato con los ancianos de la familia. Nos enfadamos cuando vemos el deterioro en nuestros familiares, en vez de acompañarlos desde donde están. Nuestros mayores “solo están en una nueva fase de la vida, no han dejado de ser personas” (Mannix,2018)

Saber que nadie es inmortal y que cada día nos acerca más al que será nuestro último día, hace que cada día que vivamos sea precioso y también que podamos mirar a la muerte a la cara. Y ¿por qué no? prepararnos para ese momento.

Ayudaría recuperar el lenguaje asociado a la muerte y la enfermedad, y poder hablar de ello con las personas cercanas. Son situaciones en las que se siente mucho miedo; no compartirlo aísla a las personas en el momento en que más necesitan apoyarse en los demás.

¿Cómo tratar el tema de la muerte con los niños?

Va a depender de la edad, pero en esencia se trata de llevarlo con la mayor naturalidad posible, informándoles de lo que está ocurriendo y también de lo que va a ocurrir; con un lenguaje adecuado a su nivel de comprensión.

Hay elementos o frases que debemos evitar, como; “el abuelo se durmió para siempre”, “emprendió un largo viaje” o “yo voy a estar siempre contigo, a tu lado”. Son frases muy abstractas que pueden provocar asociaciones erróneas por parte del niño, como “si duermo puede ser que no despierte”; “no quiero que mis padres se vayan de viaje, por si no vuelven”.

En su lugar es más recomendable apoyarse en recursos que no eviten la palabra muerte, que refuercen la idea de que la muerte forma parte de la vida, hablar tiernamente de la muerte y escuchar desde el corazón; se debe dejar claro que la muerte no tiene nada que ver con los niños, que no es su culpa.

Tanto para los adultos como para los niños es positivo crear un clima en el que compartir pensamientos y emociones. Participar de los rituales formales de despedida (tanatorio, funeral, entierro..) y realizar otro personalizado si así se siente (hacer dibujos, un álbum de fotos, escribir carta de despedida…). Todo ello contribuirá, sin duda, a llevar el duelo de un modo saludable.

La muerte es algo inevitable, y aún sabiéndolo…¿por qué nos cuesta tanto aceptarla?

Fases para aceptar la muerte

Para llegar a la aceptación primero hay que pasar por otras cuatro fases, según la psiquiatra Kübler Ross: negación, ira, negociación y  tristeza.

Se trata de recuperar, poco a poco, el equilibrio tras el terremoto que hizo tambalear las líneas de nuestro mapa para continuar viviendo.

Bibliografía

  • Mannix, K. (2018)“Cuando el final se acerca” Editorial Siruela
  • “El duelo en la infancia”. Edukame.com – Educación Emocional Infantil

Olalla Fernández Valencia

Terapeuta 

MIMAPA – Centro de Psiquiatría y Psicología

3 Comentarios
  1. Una bonita reflexión:
    “Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, que entrar en él sólo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, el río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque sólo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino de convertirse en océano.”
    Khalil Gibran

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