Incomodidad ansiosa y ruborizante; un compendio de inseguridad, miedo y angustia ante cualquier situación que implique contacto social. Temor a ser visto, a actuar, a expresar opiniones y/o sentimientos por miedo a molestar, a no agradar, a ser juzgados y no aceptados. La timidez es una de las trampas de la libertad individual que inhibe el impulso o la voluntad de ser uno mismo y que viene dada por valoraciones negativas hacia uno mismo y por las predicciones, también negativas, que se formulan ante lo que puede pasar.
La timidez es un concepto general con múltiples expresiones que van desde dificultades para la interacción social, conductas determinadas por miedos, tensiones y ansiedades irracionales, hasta trastornos relacionados con la autoestima. Expresiones que implican diversidad de emociones y que pueden situarse en un nivel leve, cumpliendo un papel al que incluso puede atribuírsele una función necesaria para el crecimiento personal y la adaptación a situaciones nuevas, o ser un problema al alcanzar niveles incapacitantes para el adecuado desarrollo de la vida cotidiana o para lograr el éxito en un determinado ámbito, alcanzando su máxima expresión como fobia o ansiedad social.
Timidez desde la infancia: entre el aprendizaje modelado y el apego inseguro
La timidez puede ser el resultado de un aprendizaje modelado durante la infancia. Si las figuras de apego tienen dificultades para mantener relaciones sociales, o durante la infancia del niño tienen escasa vida social, éste crece sin un referente en el ámbito social a través del que aprender cómo sentirse cómodo y seguro ante los demás, más allá de su círculo cercano. La consecuencia es que a medida que el infante crezca y tenga que interactuar con otros, esas situaciones pueden llegar a generarle miedo, inseguridad e incluso angustia. En este contexto el retraimiento social es fruto de una carencia en el aprendizaje; el niño no dispone de las habilidades sociales necesarias para iniciar y mantener relaciones sociales.
Sucede lo mismo si durante los primeros años de vida el apego entre el niño y sus cuidadores principales ha estado marcado por la inseguridad, por la falta de contacto afectivo, y no se ha prestado atención adecuada a los intentos comunicativos del niño, o la respuestas a sus demandas de atención han sido siempre rechazadas o menospreciadas; supuestos en los que el niño se creará una imagen de sí mismo negativa en la que infravalore sus pensamientos, sentimientos, acciones y prefiera “mantenerse en la sombra” para no ser rechazado una vez más.
La timidez se convierte en un mecanismo de autoprotección que crea un contexto de seguridad personal.
Pero también relaciones de apego inseguras marcadas por la sobreprotección de los padres, por cuidadores que buscan niños perfectos y usan la crítica constante, los castigos físicos y emocionales, o por la vivencia de situaciones específicas del contexto familiar también pueden provocar que los niños desarrollen inseguridad en sí mismos, la cual trasladan al entorno social con el que se muestran evitativos. En estos supuesto, lo más probable es que el niño si disponga de las habilidades sociales necesarias para interactuar pero le cueste o sea incapaz de ponerlas en práctica por razones emocionales.
Timidez vs introversión
La timidez no es un rasgo de personalidad, no es una característica inherente a la persona, no se trata de una elección o una preferencia, como si lo sería la introversión.
La timidez implica dificultad para entablar relaciones con los demás o incluso evitación del contacto social deseado por miedo a la humillación y, por tanto, conlleva frustración y sufrimiento. La persona tímida no lo es porque quiera o por mala educación; en la mayoría de los casos suele estar determinada por el ambiente y esconder un sentimiento de inferioridad que ha nacido durante su infancia.