El estrés materno durante la gestación, un tóxico para el desarrollo fetal

El estrés materno durante la gestación, un tóxico para el desarrollo fetal

El aprendizaje para la autorregulación emocional comienza en la gestación

La vinculación madre – hijo durante el periodo neonatal es un continuo de la vinculación que se establece entre ambos durante la etapa gestacional, en la que todo lo que le sucede a la madre tiene una repercusión fiosiológica y emocional directa en el desarrollo fetal determinando el resto de su ciclo vital.

En este contexto, la salud mental y emocional de la madre durante el embrazo actúa como factor clave en el desarrollo psicológico y emocional del feto. Todo comienza por las emociones que experimenta la madre durante la gestación, ya que aunque los tubos neuronales que permiten la identificación de las emociones no empiezan a desarrollarse hasta transcurridos al menos tres meses desde el nacimiento y, por tanto, el feto no siente tristeza, alegría, miedo…, sí percibe sensaciones como, placer, alarma, saciedad… y esas sensaciones son desencadenadas por el estado emocional de la madre.

El abanico de experiencias sensoriales que un feto puede percibir está dado por las emociones de su madre y éstas le indican que se adapte de una u otra manera al ambiente en el que se está desarrollando y le enseñan pautas de supervivencia tras su nacimiento, programación fetal.

Esas sensaciones que se experimentan en los primeros compases de un ciclo vital, constituyen el primer eslabón de un proceso de aprendizaje para la autoregulación emocional, pero también condicionan el desarrollo cerebral.

Madres ansiosas durante el embarazo: hijos con problemas emocionales, de comportamiento y dificultades cognitivas

Si bien la placenta actúa como barrera protectora del feto, no lo hace en cuanto a los efectos de los estados emocionales de la madre. Así, estados emocionales negativos en la gestante generan un aumento de la segregación de la hormona cortisol, un neurotóxico que traspasa la placenta llegando al feto y disparando sus reacciones de alerta. Los niveles elevados de cortisol materno indican al feto la necesidad de hacer frente a un contexto peligroso activando sus propios mecanismos de supervivencia. Si ello se reproduce de forma continuada en el tiempo del embarazo, especialmente en la segunda mitad, el cortisol actúa como un tóxico que genera cambios en el sistema de adaptación del feto que se manifestarán en la etapa postnatal en un bebé en alerta constante, ansioso, irritado, y con un umbral de tolerancia al estrés bajo.

Lo más probable es que ese bebé desregulado emocionalmente lo sea también durante toda su infancia y su vida adulta, ya que madres que se muestran ansiosas, deprimidas o estresadas durante el embrazo, tienden a sentirse más desbordadas ante la crianza y a hacer valoraciones negativas sobre el bebé con el que desarrollarán un vínculo de apego inseguro.

Mujeres con ansiedad en el embarazo tienen hasta tres veces más probabilidades de presentar síntomas depresivos tras el parto.

El impacto de las emociones de la gestante va mucho más allá de la desregulación emocional. El cortisol que se libera cuando hay estrés y ansiedad pasa directamente al cerebro del feto provocando alteraciones en la migración neuronal que empieza en la gestación y finaliza, aproximadamente, a los dos años de vida, así como en la eliminación natural de neuronas –apoptosis– que lleva a cabo el organismo también durante ese periodo prenatal y postnatal. La ansiedad materna hace que disminuya el flujo sanguíneo que llega al feto, reduciéndose, en consecuencia, el nivel de nutrientes que recibe éste, lo que junto con niveles elevados de cortisol que influye en el movimiento y desarrollo de las células cerebrales que buscan su lugar adecuado, limitan el desarrollo cerebral aumentando el riesgo de hiperactividad, déficit de atención, así como problemas conductuales y de aprendizaje.

Hijos de madres estresadas y ansiosas durante el embarazo tienen el doble de riesgo de padecer déficit de atención e hiperactividad. A mayor nivel de cortisol en el líquido amniótico, menor coeficiente intelectual.

Todo ello lleva a concluir que la vida fuera del útero materno está determinada en gran parte por las semanas vividas en su interior, y muchos trastornos neurológicos y del comportamiento tienen sus orígenes durante la vida fetal.

 

Referencias

  • Sutter-Dallay A, Giaconne-Marcesche V, Glatigny-Dallay E, Verdoux H Women with anxiety disorders during pregnancy are at increased risk of intense postnatal depressive symptoms: a prospective survey of the MATQUID cohort. Eur Psychiatry 2004 Dec;19(8):459-63
  • Heron J., O’Connor T., Evans J., Golding J., Glover V The course of anxiety and depression through pregnancy and the postpartum in a community sample. J Affect Disord 2004 May;80(1):65-73
  • La Vanguardia (2012). Emociones desde el útero.
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